6/6/13

Disfunciones Sexuales

Trastorno del deseo sexual
La fase de deseo sexual se caracteriza por las fantasías sexuales y por el deseo de iniciar una actividad sexual. La alteración en esta fase puede llevar a dos trastornos: deseo sexual hipoactivo y el trastorno por aversión al sexo. El deseo sexual hipoactivo se caracteriza por ausencia de fantasías sexuales o de no llevar a cabo la actividad sexual. Generalmente estas personas no llevan a cabo una actividad sexual o la llevan a cabo con disconformidad, cuando su pareja así lo decide. Muchas veces esta disminución del deseo por el sexo está asociada a problemas de excitación sexual o dificultades para llegar al orgasmo.

La aparición del deseo sexual se relaciona con varios factores, como por ejemplo, el impulso biológico, una autoestima adecuada, experiencias previas agradables, disponibilidad de un compañero apropiado y una buena relación con éste. En la medida en que alguno de estos factores no se presenten, el deseo sexual puede inhibirse.

Se estima que el 40% de la población general presenta un deseo sexual hipoactivo, siendo este más frecuente entre las mujeres que entre los hombres.

Con respecto al trastorno por aversión al sexo, se reconoce por un sentimiento de repugnancia o rechazo del contacto sexual genital con la pareja.

Generalmente el individuo sufre ansiedad, miedo, o aversión a la hora de intentar una relación sexual. Algunos individuos pueden presentar repulsión por todos los estímulos de tipo sexual, incluso besos y contactos superficiales.

Trastorno de la excitación sexual
La fase de excitación consiste en la sensación subjetiva de placer sexual que se acompaña de cambios fisiológicos. Los trastornos se dividen en: trastorno de la excitación sexual en la mujer y trastorno de la erección en el hombre. El trastorno de la excitación sexual en la mujer consiste en la incapacidad de conseguir o mantener una respuesta de lubricación hasta el final de la actividad sexual. La respuesta excitatoria consiste en una vasocongestión pelviana, en una lubricación y dilatación vaginal, y en una tumefacción de los genitales externos. En relación a este trastorno se asocian muchos factores psicológicos como, ansiedad, culpa y miedo.

El trastorno de la erección en el hombre es una incapacidad recurrente de mantener u obtener una erección apropiada hasta el final de la actividad sexual. El trastorno de la erección adquirido se presenta en un 42,27% de todos los hombres. La incidencia de la impotencia se incrementa con la edad. Los datos estadísticos indican que entre los adultos jóvenes, un 8% de la población esta afectada por este trastorno. Las causas de este trastorno pueden ser orgánicas, psicológicas o una combinación de ambas.

Para el tratamiento de la disfunción sexual eréctil, existe una nueva droga, sildenafil (más conocida como Viagra), cuya administración se realiza por vía oral. Su efecto se obtiene aproximadamente una hora después de su administración mediante el mejoramiento de la relajación de los músculos cavernoso, debido a la inhibición de la fosfodiesterasa de tipo 5.

Las dósis orales habituales, administradas en adultos sanos, son rápidamente absorbidas y las concentraciones plasmáticas alcanzan a las 0.5 a 2 horas su pico máximo con un tiempo máximo de una hora. Por lo tanto, la dosis habitualmente recomendado es 50 mg una hora antes de involucrarse en la actividad sexual.

La única contraindicación absoluta esta dada en los pacientes que están usando dadores de NO o nitratos debido a que el sildenafil potencia la acción hipotensora de éste tipo de drogas. Pacientes que están expuestos a éste tipo de medicación por problemas coronarios, debería contraindicarse. Debe mencionarse que el uso de concomitante con bloqueantes del Ca no es una contraindicación, pero debe hacerse bajo estricto control cardiológico. A su vez debido a razones obvias, está contraindicada con el uso excesivo de alcohol, y además no tiene experiencia en pacientes que sean farmacodependientes.

Trastornos del orgasmo
La fase del orgasmo consiste en un punto de máximo placer, con la liberación de la tensión sexual y la contracción rítmica de los músculos del perineo y de los órganos reproductores. Los trastornos se dividen en: disfunción orgásmica femenina, disfunción orgásmica masculina y eyaculación precoz.

La disfunción sexual femenina se caracteriza por ausencia o retraso recurrente del orgasmo en la mujer luego de una fase de excitación sexual normal. Es la incapacidad de conseguir un orgasmo, ya sea a través del coito o a través de la masturbación. Se relacionan con este trastorno, factores psicológicos como miedo al embarazo, rechazo hacia el compañero sexual y sentimientos de culpa referente a los impulsos sexuales. Se estima que este trastorno aparece en el de 30 % de la población.

La disfunción orgásmica masculina posee una característica esencial que es la ausencia o retraso recurrente del orgasmo tras una fase de excitación sexual normal. La disfunción orgásmica de toda la vida se relaciona con una psicopatología grave, mientras que si es adquirida se podría relacionar con dificultades interpersonales. Los datos estadísticos indican que un 7,22% de la población esta afectada por este trastorno.

En relación a la eyaculación precoz, el hombre consigue el orgasmo y eyacula antes de lo que desearía. El sujeto consigue la eyaculación en respuesta a una estimulación mínima, al poco tiempo que se inició la penetración o antes que la persona lo desee. La dificultad en el control de la eyaculación puede estar vinculado con ansiedades relacionadas con el acto sexual, con miedos inconsistentes a la vagina o problemas interpersonales. Los estudios estadísticos indican que un 35%-40% de los hombres tratados por disfunciones sexuales padecen eyaculación precoz como trastorno principal.

Un consejo útil para hombres con este trastorno se relaciona con el método de la reorientación de la atención. Más que centrar su atención en temas no sexuales, se le recomienda que se concentre por ejemplo en qué siente cuando cambia de posición o de ritmo, qué tipo de sensaciones percibe y cómo varían al cabo de un rato. Mediante esta reorientación de la atención, el sujeto logra experimentar un mayor placer, consiguiendo retrasar la eyaculación.

También pueden ser útil algunos consejos sobre relajación y la capacidad de controlar el ritmo respiratorio. La musculatura tensa parece que provoca con mayor rapidez la eyaculación, mientras que el estar relajado y el hacer respiraciones lentas y profundas retrasan esta probabilidad.

Habitualmente el hombre que tiene un problema de eyaculación precoz evita el contacto con su pareja, la cual también lo evita debido a anteriores frustraciones. Por eso, incrementar la frecuencia del contacto sexual, llegando al orgasmo y a la eyaculación, es lo que se recomienda. Sucede que cuando se deciden a mantener un contacto, el sujeto se encuentra tan excitado que cualquier caricia, por superficial que sea, es suficiente para producir la eyaculación. Esto es lo que no tiene que pasar si desea incrementar sus sensaciones placenteras sin una eyaculación inmediata.

Trastornos sexuales por dolor
Estos trastornos se dividen en: dispareunia y vaginismo. La dispareunia es un dolor genital antes, durante o después el coito. Esta alteración aparece tanto en el hombre como en la mujer, pero es más frecuente en las mujeres. El dolor es real, convirtiendo el coito en algo desagradable. Muchas veces, ante la anticipación de dolor se intenta evitar la actividad sexual. Se estima que el 14% de la población padece este trastorno.

En cambio, el vaginismo consiste en una contracción muscular involuntaria del tercio externo de la vagina que impide la inserción del pene y el coito. Las causas pueden ser varias como, experiencias sexuales desagradables (violación), problemas en la pareja o educación religiosa muy estricta. A partir de los datos estadísticos, se observó que un 14% de la población presenta este trastorno.

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